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MÉXICO | CIUDAD JUÁREZ Y LA NECESIDAD DE UNA TRANSFORMACIÓN RADICAL DE LA POLÍTICA MIGRATORIA

Son décadas en las que numerosos actores de la sociedad civil, de la academia, de la Iglesia y de otras Iglesias, activistas por los derechos humanos y las mismas organizaciones y voces de las personas migrantes y refugiadas, vienen reclamando en México y en todo el continente, transformaciones de las políticas migratorias y de las estructuras que se ponen al servicio de su implementación.


Lo sucedido el pasado mes de marzo en Ciudad Juárez no es un acontecimiento trágico casual, es una consecuencia de un actuar político determinado.


Las exigencias desde actores de la sociedad civil y la academia por apostar por actuaciones humanitarias, respetuosas con los derechos humanos y de la dignidad de aquellas personas obligadas a huir, por ofrecer protección real son demandas que se enmarcan en el derecho internacional humanitario y, en el caso de México, en el propio cumplimiento de la protección debida conforme a la Constitución, la ley de Migración y los Tratados Internacionales de los que México no solo forma parte, sino que en algunos casos ha liderado e impulsado. No basta con cumplir la ley, pero al menos cumplan la ley. Vemos como una oportunidad pero con preocupación la conversación en torno a la creación de un nuevo marco de estructura del estado para atender las migraciones sustituyendo al Instituto Nacional de Migración (INM) existe el riesgo de que el gobierno proceda a cambiar los nombres para no a cambiar las prácticas. Cambiarlo todo para no cambiar nada.


La Red Jesuita con Migrantes de México ha hecho público un documento informativo que reflexiona sobre lo acontecido en Ciudad Juárez y especialmente sobre la conversación abierta en torno a la reforma de la política migratoria.

  • Verdad y Justicia: En el documento se aborda la responsabilidad de la cadena de mando, destacando la importancia de que la investigación de la Fiscalía aborde el asunto a profundidad sin límites en toda la cadena de mando, no sólo en el INM sino también en la Secretaría de Gobernación y de Relaciones Exteriores.

  • Justicia y Reparación: Igualmente se refiere al acompañamiento debido y a la respuesta y reparación que debe darse tanto a las personas fallecidas y heridas como a sus familias.

Como decíamos, el documento aborda también la eventual reforma migratoria de la que ha empezado a hablarse, las primeras declaraciones, a partir de lo sucedido en Juárez, plantean la creación de la Coordinación Nacional de Asuntos Migratorios y Extranjería (CONMEXICO). Todavía las informaciones son escasas, es necesario aclarar cuáles son los procedimientos necesarios para una reforma de este tipo, no se ha afirmado nada en torno a la práctica de detención de migrantes y la desaparición o no de las estaciones migratorias (centros de detención de migrantes), no queda nada claro si otras atribuciones migratorias que ejerce el INM cómo y por quién se asumirían, etc.


Por eso se recuerdan algunos de los llamados de la sociedad civil y academia en México, entre ellos la necesaria transversalidad del tema migratorio que precisa de una política de Estado que contemple a todas las poblaciones y que si queremos realmente implementar políticas humanitarias y respetuosas con los DDHH es necesario abortar la militarización como respuesta central a la migración.


No podemos decir que confiamos, pero sí exigimos que el Gobierno de México aproveche esta oportunidad para ser punta de lanza de una transformación radical de la política migratoria en una clave de derechos humanos y de protección real de las personas, México tiene la oportunidad no sólo de generar una transformación positiva que le ubique a la altura de los estándares del derecho internacional humanitario, sino también podría ser la oportunidad de ejercer el liderazgo regional que ayude a un cambio más profundo en la gobernanza de las migraciones. Para ello sería oportuno contar con las organizaciones de la sociedad civil, con la academia, con las propias organizaciones de las personas migrantes, abrirse a un diálogo que realmente permita una transformación.



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