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Verbos de acción con las víctimas de la migración forzada

El Papa Francisco ha propuesto cuatro verbos de acción

(acoger, proteger, promover e integrar), para el trabajo de la Iglesia Católica con migrantes y refugiados (Francisco, 2017), verbos que recuerda en la encíclica Fratelli Tutti (Francisco, 2020) como una invitación a todas las “personas de buena voluntad” que elijan vivir

la fraternidad universal en la respuesta a la realidad de la migración forzada, entre otras situaciones del mundo actual. En el presente modelo planteamos asumirlos como columna vertebral del mismo y como elementos que ayuden a organizar las acciones de hospitalidad.

En el marco del Foro Mundial de Migración y de Refugio, realizado en el año 2018, la sección de Migrantes y Refugiados del Vaticano difundió ampliamente, desde el año 2017, 20 puntos de acción como unas orientaciones para el trabajo de incidencia y de acompañamiento a las personas víctimas de la migración forzada en el mundo. Estos puntos están ordenados con la lógica de los 4 verbos, ofreciendo una mirada de proceso lógico en la implementación de acciones a distintos niveles. 

A partir de un análisis de estos puntos de acción y los 4 verbos, en conversación con la propuesta de atención del ciclo de la víctima (Yoder, 2020) y de reconciliación (Schreiter, 2008; García-Durán, 2018), valoramos las posibilidades para ampliar la comprensión y enriquecer el diseño de las acciones de hospitalidad con horizonte de reconciliación. 

Reconocemos en estos enfoques una complementariedad que permite reflexionar teóricamente desde las prácticas aprendidas en Latinoamérica, sobre las formas en que la hospitalidad puede ser valorada como mecanismo para construir las paces desde la transformación apreciativa del ciclo de las víctimas y de las hostilidades que les afectan. Nos interesa una aproximación a la posibilidad de transformar creativamente, desde acciones de hospitalidad, los ciclos de violencia, agresión y victimización de tal manera que se pueda aportar en romper el ciclo de la víctima ayudándole a encontrar seguridad y confianza -en el acoger y proteger-, reconocimiento y relaciones -desde el promover- y reconexión que permite la reconstrucción del tejido social roto -en el integrar-, para posibilitar transitar en los distintos momentos de los procesos de reconciliación. 

Adicionalmente, al analizar los cuatro verbos desde las prácticas de hospitalidad identificamos la importancia de reconocer que se trata de acciones que aportan en las dimensiones espiritual o de sentido, de las prácticas culturales y de las leyes o normativas asociadas a la migración. 

García Durán* (2017), plantea que la propuesta del Papa Francisco sobre los cuatro verbos de acción en relación con las personas víctimas de la migración forzada, nos llaman a pensar en tres deberes que tenemos con ellas y ellos: deber de justicia, de civilización y de solidaridad.  En concreto significa que mediante la aplicación de acciones que den vida a estos cuatro verbos podremos avanzar en justicia distributiva, en cumplimiento de los Derechos Humanos y en una mayor empatía y compasión como evidencia de lo mejor de las tradiciones de la humanidad. Acoger, proteger, promover e integrar son verbos que se viven desde la interacción entre las personas que migran y las comunidades por donde transitan y llegan. 

* El P. Mauricio García S.J. fue director del JRS en Colombia y Latinoamérica y el Caribe, y coordinador de la Red Jesuita con Migrantes durante varios años, y actualmente es director del Doctorado en Estudios para la Paz de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali en alianza con la Universidad del Valle en Colombia.

Para la 51 Jornada por la Paz, el 1 de enero del 2018, el Papa Francisco recuerda que acoger implica un llamado para que se busquen diversas vías legales para que las personas víctimas de la migración forzada en el mundo, no sean obligadas a moverse hacia lugares donde les espera persecución, violencia, la trata y el tráfico. Tener en cuenta que lo primero que hemos acordado a nivel internacional a través de tratados incluidos en las legislaciones nacionales, es por lo menos la “no devolución” de aquellas personas que buscan protección y en consecuencia la garantía de sus derechos humanos. Su invitación clara es a “equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales” (Francisco, 2018). Esto significa que, aunque se reconozca que en las sociedades existen, porque se han alimentado de manera mal intencionada, temores e indiferencia hacia las personas víctimas de la migración forzada, se requiere una “generosa actitud de acogida… responsable y digna” para ellas y ellos. En principio, acoger significa desde las leyes de cada país o nación, ampliar las posibilidades y garantizar rutas seguras y regulares para los migrantes y refugiados, favoreciendo los derechos humanos y el respeto por la dignidad humana (Francisco, 2017). 

Acoger es hacer sentir a la otra persona que no se encuentra sola y que cuenta con “nuestra compasión y fraternidad”. Dice el Papa en su mensaje, que la Escritura nos recuerda “No olvidéis la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles” (Francisco, 2017). En este sentido, invita a reconocer que existe una dimensión complementaria a la Ley, y que tiene que ver con la ética y la moral, desde la cual se entiende que las personas víctimas de la migración forzada recuerdan una responsabilidad de fraternidad que responde a la situación de vulnerabilidad en la se encuentran. Reconocemos en ellas y ellos a la humanidad herida, se trata de víctimas que también se encuentran necesitadas de una respuesta espiritual. 

En términos de la cultura, la hospitalidad desde el acoger representa la práctica de ciertos valores de las tradiciones humanas que deben ser mantenidos y promovidos. La solidaridad humana, la generosidad, el respeto, la interculturalidad. De alguna manera la hospitalidad implica una manera de vivir, una invitación a “repensar y reformular las prioridades” (Pontificio Consejo COR UNUM, 2013). El encuentro con la persona víctima de la migración forzada desde esta perspectiva de la hospitalidad con horizonte de reconciliación, requiere asumir con profundidad el reconocimiento de la otra persona como un legítimo otro que tiene los mismos derechos humanos y las mismas posibilidades de desarrollar su proyecto de vida.  En un sentido concreto de lo que se trata es de poner en práctica el respeto como valor que supera la idea de la tolerancia, que seguirá siendo una manera de postergar la discriminación hacia la otra persona. Implica igualmente, el respeto, la posibilidad del diálogo como el medio para construir, coexistir y convivir desde la aceptación de la humanidad “compleja” de la otra persona.  En definitiva, el respeto permite que se realicen las interacciones con personas que son distintas como una consecuencia de reconocimiento en la práctica de la hospitalidad.

Queremos terminar la reflexión sobre este primer verbo del acoger, proponiendo una mirada a la invitación que hace el Papa Francisco en su mensaje del 2018 con ocasión de la 51 Jornada Mundial de la Paz., en el que señala con claridad que Acoger a las personas víctimas de la migración forzada es apostar por la construcción de la paz en cada uno de los territorios y en cada uno de los países. Así, acoger es poner en práctica una primera dimensión de la hospitalidad con horizonte de reconciliación.

Quienes se dejan guiar por esta mirada serán capaces de reconocer los renuevos de paz que están ya brotando y de favorecer su crecimiento. Transformarán en talleres de paz nuestras ciudades, a menudo divididas y polarizadas por conflictos que están relacionados precisamente con la presencia de migrantes y refugiados.

Francisco, 2018

ACOGER

En el proteger se debe resaltar todo del trabajo que se hace desde las organizaciones e instituciones para garantizar el acceso a los derechos básicos que una persona necesita para poder equilibrar la situación de injusticia a la que se ha visto forzada. Muchas de estas acciones de protección que se pueden gestionar desde un enfoque de hospitalidad, contribuyen a que la persona víctima de la migración forzada pueda recorrer los primeros pasos para establecer relaciones justas con el presente, el pasado y el futuro, desde la restauración de su dignidad violentada, sentirse reconocida por la sociedad e iniciar un proceso de sanación de los traumas al contar su historia. La hospitalidad con horizonte de reconciliación se profundiza en el proteger, pues implica que al considerar la vulnerabilidad a la que ha sido forzada la persona víctima de la migración, y desde el reconocimiento de su dignidad y su legitimidad, se actúa en consecuencia para buscar los recursos y procesos para garantizar que no continúen las vulneraciones de sus derechos. 

La hospitalidad desde la protección, implica que no nos quedamos indiferentes ante la injusticia y que se despliegan distintos caminos desde lo legal, cultural y espiritual, para la defensa de los derechos inalienables como ser humano. Desde la propuesta del Papa Francisco nos recuerda que “proteger a estos hermanos y hermanas es un imperativo moral para traducir adoptando instrumentos jurídicos, internacionales y nacionales, claros y pertinentes” (Francisco, 2017). De lo que se trata es de proteger la vida, los derechos, prevenir la explotación e iniciar un proceso donde se proporcione justicia para ellas y ellos.

Desde el año 2013, iniciando su pontificado, el Papa Francisco señaló constantemente una realidad que no parece cambiar, más bien hacerse más compleja día a día, para las víctimas de la migración forzada. 

Aunque los derechos de los solicitantes de asilo y de los refugiados estén garantizados por Convenciones internacionales y reconocidos por importantes conferencias subsiguientes, la realidad muestra que, en general, no se les garantiza aún suficiente protección. A veces, esto conduce a que les sea imposible tener acceso al procedimiento de asilo, cuando son retenidos innecesariamente en centros de detención, y hasta el refoulement (devolución), especialmente en casos de flujos mixtos.

Pontificio Consejo COR UNUM, Acoger a Cristo en los Refugiados y Desplazados Forzosos (2013).

Proteger desde la hospitalidad con horizonte de reconciliación, en términos de Ley, implica entonces desplegar todas las capacidades técnicas y de incidencia a diversos niveles para que las personas víctimas de la migración forzada no sean conducidas a centros de detención, no sean deportadas, puedan acceder a los procedimientos respectivos en cada territorio para lograr el reconocimiento de su necesidad de protección internacional y puedan gozar de los derechos humanos.

De acuerdo a Schreiter (2008), desde la experiencia de acompañamiento a migrantes y bajo la comprensión de los traumas causados en su vida como consecuencia de ser víctimas de múltiples violencias, es muy importante trabajar para realinear las asimetrías. Dicha asimetría tiene que ver con relaciones distorsionadas que son producto de los procesos de migración y que se manifiestan en situaciones de explotación en el tránsito migratorio, pensemos en las estructuras de trata y tráfico y otros, pero también en la relación con arrendatarios y empleadores en los territorios a donde llegan buscando protección. Equilibrar las relaciones también implica trabajar desde la incidencia social, pública y política para abordar las realidades de discriminación, de racismo, de xenofobia y de aporofobia presentes en las comunidades locales. Se trata de un trabajo de transformación de la cultura del rechazo por una cultura del cuidado, en niveles mucho más profundos y que tienen que ver con violencias simbólicas que refuerzan las narrativas que justifican la agresión directa contra las personas migrantes y sus familias. 

PROTEGER

En el camino con las personas víctimas de la migración forzada no es suficiente con acoger y proteger, sino que se requiere dar un paso más para buscar las herramientas y los procesos que permitan promoverles y empoderarles como seres humanos, para que puedan crecer de manera individual y colectiva, tengan acceso a los bienes que necesitan y cuenten con la oportunidad de elegir sus perspectivas de vida.  El Papa Francisco (2018), recuerda que promover está relacionado con hacer todo lo necesario para apoyar el desarrollo humano integral de las personas migrantes y refugiadas. Esto implica, desde una incidencia en las legislaciones y normativas nacionales y locales, su inclusión social y económica en todas las dinámicas que faciliten dicho desarrollo personal, familiar y colectivo. En este sentido se señala que uno de los aspectos importantes está relacionado con garantizar a niñas, niños y jóvenes las posibilidades para acceder a la educación en todos los niveles. 

La hospitalidad como parte del proceso de acompañamiento psicosocial que construimos con las víctimas de la migración forzada, apuesta por caminar junto a ellas y ellos en una serie de pasos que les puedan permitir sanar. Schreiter (2008) señala que lo que se busca es “recordar de manera distinta” lo que le permitirá a la persona víctima “integrar de manera constructiva estos recuerdos a su historia de vida”.  Villa Gómez (2014), quien realizó un trabajo de largo aliento junto con mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, propone la generación de acciones de memoria que tengan un enfoque psicosocial, de tal manera que desde las historias individuales se pueda dar sentido a las violencias sufridas y proyectar un futuro compartido. 

 En muchos de los procesos locales donde la Compañía de Jesús acompaña a personas migrantes forzadas, se están desarrollando estrategias que van en esta dirección, donde a partir de los “círculos de conversación” se permite que cada “víctima pueda examinar su pasado en compañía de oyentes comprensivos” (Villa Gómez, 2014). Narrar las historias permite hacer nuevas conexiones y relaciones, y desde una cultura del encuentro y del reconocimiento, se puede comenzar a reconstruir la vida y tejer nuevas comunidades. Crear estos espacios seguros y hospitalarios es una parte importante del promover.

Desde una perspectiva de la cultura, promover implica también una incidencia social y pública para construir puentes entre las personas migrantes y las comunidades a donde llegan. Las estrategias de comunicación pueden ayudar a cambiar imaginarios y conversaciones, enfocándose en procesos de sensibilización con la población de acogida (colegios, universidades, equipos de trabajo, comunidades locales, comunidades educativas, entre otras). Al hacer visibles las historias de hospitalidad, se contagia a otros a ser parte de esta causa y a reconocerse como personas que ya están haciendo parte de relaciones de colaboración, solidaridad y construcción de humanidad, que no buscan un beneficio propio, sino el reconocer sinceramente a la otra persona más allá del ser migrante o extranjera, para tejer relaciones sinceras e integradoras. Promover implica entonces, gestionar espacios de interacción entre las personas migrantes y las comunidades de acogida para avanzar en la dirección de los procesos de integración (Red Jesuita con Migrantes, 2021).

PROMOVER

En el Mensaje del Papa Francisco (2018) se indica, “«Integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales”. De esta manera integrar es la concreción de la cultura del encuentro en sociedades que asumen su responsabilidad con las personas que se han visto forzadas a dejar su propio territorio para salvar la vida y garantizar la dignidad humana. Implica favorecer todos los recursos para que las personas migrantes puedan participar activamente de la vida común, comprendiendo que se trata de “procesos bidireccionales” que reconocen el valor de las diversas culturas y “la riqueza del intercambio”.

La hospitalidad con horizonte de reconciliación se concreta en procesos de integración donde las víctimas de la migración forzada logran vivir en espacios seguros desde donde pueden recuperar la confianza en el vínculo social e inician el proceso de vida en común para participar como ciudadanas y ciudadanos en el nuevo lugar donde se encuentran. El derecho a tener una vivienda digna, un trabajo estable y participar de los procesos asociativos dentro de las comunidades de las que hacen parte, es un elemento que permite iniciar ese camino que va de ser vecinos a ser ciudadanos, al hacer parte de los procesos comunitarios y de las decisiones políticas que les implican. La integración no significa asimilación, puesto que la hospitalidad implica una interculturalidad crítica donde cada persona y grupo humano llega con lo propio de su identidad y se producen procesos de reconocimiento mutuo y construcción de sociedades con mayor diversidad. 

 Si queremos lograr una convivencia pacífica en los lugares de acogida debemos lograr que los inmigrantes se integren como ciudadanos con plenos derechos; es decir, se reconstruyan las identidades, proceso que se puede iniciar en la reconstrucción de nuevas culturas para hacer las paces. En este proceso no se trata de sobreponer o imponer una cultura sobre otra, sino, al contrario, construir “vecindarios culturales” que incorporen los aspectos o rasgos positivos de todas las culturas que se interrelacionan.

Reynoso Rosales (2009)

No se trata de procesos de integración sin conflictos, en sentido estricto hablamos de la construcción de una “paz imperfecta” que asume con responsabilidad la complejidad de las relaciones humanas en general y de las interacciones en el contexto de la migración forzada en particular, reconociendo que son procesos dinámicos (Alfaro-Pareja, 2009). 

Desde la perspectiva de la sanación “se trata de que la víctima se convierta en superviviente” (Scheriter, 2008). Desde las experiencias prácticas de caminar con las personas migrantes forzadas y a partir de la reflexión teórica en torno a ellas, se coincide en marcar un horizonte en los procesos de acompañamiento a las víctimas de violencias, en el cual se logre “transformar las relaciones dañadas por los conflictos violentos y opresión, mejorando las relaciones horizontales entre personas y grupos de la sociedad y relaciones verticales entre personas e instituciones” (Conciliation Resourses, 2021).  La integración, en la propuesta del modelo que ponemos a consideración, será un paso muy importante en el proceso de la reconciliación a través de acciones concretas de hospitalidad a muchos niveles. 

INTEGRAR

PORTADA PROPUESTA DE MODELO.png
PORTADA HOSTILIDAD HOSPITALIDAD.png

Propuesta de formación y reflexión para animar las acciones

Como un aporte para el fortalecimiento de las acciones que se desarrollan desde el acompañamiento a las personas forzadas a migrar en la región, y como una invitación a seguir trabajando en colaboración con todas las personas de buena voluntad que les sirven en su camino, presentamos esta propuesta de modelo de hospitalidad con horizonte de reconciliación.

Participar de la red de hospitalidad 

Recibir información, materiales y participar de las acciones de promoción de la hospitalidad

Gracias por construir humanidad

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